Estar en Sevilla supone un paso obligado por uno de sus monumentos más representativos, como lo es La Giralda. Este es el campanario de la Catedral de Santa María y cuenta con la particularidad de poseer influencias hispano-moriscas.
Lleva su nombre debido a la estatuilla colocada como ornamento en la cúspide; como esta estatuilla es una veleta y por ende, tenía que girar, es de ahí donde se deriva el nombre de esta edificación. La construcción tiene 97,5 m de altura y la veleta llamada Giraldillo cuenta con más de 4 metros.
Originalmente era el alminar de la mezquita de Sevilla y cumplía funciones defensivas, por lo que en lugar de escaleras cuenta con treinta y cinco rampas lo suficientemente anchas como para permitir que alguien pudiera subir por ellas montado a caballo; ya en la época cristiana se le añadió una parte más alta que albergaría la campana de la mezquita ya convertida en Catedral. Además fue empleado como vivienda granero, reloj, atalaya y hasta elemento de iluminación.
Sin duda, la visita a la Giralda resulta interesante pues qué cosa más cautivante que presenciar la simbiosis de dos culturas diferentes reflejadas en una misma edificación, es tal la riqueza de cada sitio turístico, las técnicas, los estilos… en fin, me dejo llevar.
Las visitas, si bien no todas son gratuitas, son bastante cómodas y accesibles por lo que todo buen iajero no puede dejar de echarle un vistazo a esta gran edificación.